Las aguas de lluvia, llamadas aman lehdir, creo que su traducción
literal sería aguas nuevas, son muy apreciadas por los habitantes de la región y
los hay que parten con sus burros, montaña arriba, cargados de bidones hasta los
topes, con el ánimo de cargar el máximo del agua acumulada en oquedades,
tollos, depresiones encima de las rocas y en cualquier sitio del que no haya
podido escapar descendiendo cauces encadenada a la gravedad.
No importa que la
casa tenga agua potable, o de rico manantial; que la ajam, la tienda
nómada se halle cerca de un pozo de agua fresca, se buscará de todas maneras el
agua de las lluvias por su rico y fresco sabor, además de por el delicioso té
que con ella podemos hacer.
Existe una numerosa terminología con la que designar
diferentes almacenamientos de agua.
El ifarret
es un charco artificial, con canalizaciones, hecho normalmente por las manos de
los pastores, lo mismo pero natural, como aquí dicen, hecho por la mano de Sidi
Rrbí, se le llama aguder.
Un ausgal es una poza de agua de lluvia
atrapada en una oquedad natural que casi siempre se encuentra en pequeños
barrancos siempre secos. Cerca de casa en la misma montaña hay dos principales
capaces de aguantar el agua durante meses, una es la ausgal itbir, la
ausgal de las palomas, ya que en sus paredes más verticales duermen estos
pájaros, pues no se debe olvidar, que además de las personas, numerosos animales
salvajes de la montaña se nutren de ellas, creándose todo un pequeño ecosistema
a su alrededor, donde las águilas cazarán perdices, el chacal conseguirá aplacar
su crónica sed, o el amús lejla, el gato montés, acechará los numerosos
pajaritos que cada día acudirán allí a beber. La otra se llama ausgal
tasat, siendo esta vez un árbol la que le da el nombre.
En cambio
una guelta, palabra de origen hassanya, es lo mismo con la particularidad
de que una corriente de agua la alimenta y sale de ella.
Las más famosas gueltas
de lo que podríamos llamar esta zona, se encuentran en Amtoudi. Son tan
grandes y de agua tan clara que a ellas van a bañarse niños y turistas.
A esos
nacimientos de corrientes de aguas subterráneas se les llama laín si
tienen cierto caudal y se les sigue llamando así cuando ya afloradas a la
superficie transcurren por el curso de la asaru, la acequia.
Cualquier almacenamiento de agua es
de importancia vital y en el pasado fueron, nunca mejor dicho, fuente, de eternas luchas y pactos por
parte de tribus o fracciones de ellas. Así como lugares en los que surgieron hombres santos y
leyendas asombrosas entre otras cosas. Hoy en día son además, culpables en gran medida del mejor o
peor sabor del té en las poblaciones o aldeas.
El laín
más destacable de la zona es sagrado y medicinal, aflora cerca de Tamanart y pasa por la tumba del venerado Sidi Mohand Ou Brahim
Chikh. Recorre el cañón de Smougen, dando vida desde el principio de su curso a
diversos pueblos y a los más bellos palmerales imaginables con bonitas huertas de verduras gigantes, por no hablar de las propiedades milagrosas que su agua contiene y los distintos
rituales en torno a ella.
Si el caudal de agua es muy escaso al laín se
le aplica el diminutivo, que recordemos que en tachelhit suele formarse con una
t delante y otra t detrás, al igual que el femenino, entonces el
laín pasa a llamarse talaint, pequeño nacimiento o fuente que
incluso podremos crear nosotros mismos escarbando con las manos en el lugar
apropiado, siendo a veces tan lento el filtrado de las aguas que es necesario
hacer un oquedad con forma de cuenco que se irá llenando de agua lista para el
consumo, como ocurre en el talaint de debajo de casa, de agua
deliciosa, al que quiero recordar y agradecer que nos permita a cuatro casas con
sus respectivas familias vivir en este lugar, hecho que no por cotidiano debería
parecernos nimio.
Cuando no hay ausgal, ni guelta, ni laín,
ni talaint, ni pozos ni pozuelos, anó y tanout, ni un
asif (río), ni agua por parte alguna, el hombre construye aljibes llamados
tanofti de los que dependerá la existencia del que ocasionalmente o no,
esté en esa zona tan reseca.
Estas cisternas, algunas de ellas muy antiguas y
con historias de tradición oral en las que son mencionadas, se construyen en
puntos estratégicos con el fin de recoger toda el agua de avenida posible.
Entre
las que conozco destacaré dos.
Uno es el único punto de agua del Tissimi, si se
tiene la suerte de llegar a él cuando todavía la contiene, gran y largo valle
formado por el siguiente pliegue de la Bani que sucede al del Meït, valle reseco
donde todos los pozos excavados han acabado en fracaso, donde hoy en día siguen
viviendo algunos erjales criando camellos y cabras, zona aún así de perdurables
litigios y no tan antiguas luchas, hoy mas administrativas que violentas, entre
la takbilt Id Brahim, la kabila Id
Brahim y los Ait Ussa de los territorios de Assa.
El otro tanofti que
quiero nombrar se encuentra dentro del gran recinto de la Tigmoulit, la
fortaleza, la Casa del Rey, que se encuentra en lo alto de la montaña de casa.
Si bien tiene varios tanofti, ninguno
es comparable al que se halla en, como es normal, su
parte mas baja, según de entra a la derecha. Sus dos grandes estancias excavadas
bajo tierra, hoy llenas de piedras y de inscripciones de los visitantes, dan fe
de la importancia que se le daba a la autonomía de tener agua, además de indicar
con su tamaño, la importante población de gente que allí hubo o al menos para la
que fue construida. Pero no solo de agua viven las personas y la tradición oral
explica como debido a una intensa hambruna la gente que allí vivían junto a su
rey tuvieron que abandonar el puesto.
"Hace ochocientos años en la Tigmoulit vivía un rey llamado Uatasín.
En lontananza, arriba de otra montaña allí donde alcanzaba la vista, vivía otro rey en otro castillo.
Eran enemigos.
Uatasín sabía que en el otro castillo había comida porque una vez atraparon una vaca que se había escapado y al matarla vieron que su estómago estaba lleno de cebada.
Los del otro castillo sabían que Uatasín tenía mucha agua porque veían siempre mucha ropa tendida.
Un día, los unos se cansaron de pasar hambre, y los otros de pasar sed, y una noche se fueron todos a Marrakech."
Ayer le conté a mi hija esta vieja historia como ejemplo de lo que pasa si no compartes, carajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario