Parece increíble de creer pero en esa época eran espontáneos y espontáneas las que subían a unos podios que luego, con los años, ocuparon mercenarios musculados pasados de rayos uva en calzoncillos
y hastiadas mercenarias de movimientos mecánicos y caras antipáticas mientras les rodean tipos que babean como los caracoles.
y hastiadas mercenarias de movimientos mecánicos y caras antipáticas mientras les rodean tipos que babean como los caracoles.
Se bailaba más en un solo fin de semana en Valencia que en todo un mes en toda Europa.
Como la mayoría, Paquita pudo aguantar un tiempo de fiesta continua antes de tener que dedicarse a otras cosas.
Cuando estas otras cosas llegaron tampoco le fue mal, pero fueron pasando los años, encadenó algunos novios a la larga irremediablemente insoportables, y algunos jefes capullos, cualidad tan asociada a la palabra jefe, luchó, nunca fue del todo infeliz, pero poquito a poco todo empezó a descontrolarse.
Precisamente por un exceso de control.
Tanto control le quitaba las ganas de bailar y como no bailaba le salió algún michelín allí donde antes no lo había.
- Mira qué pinta- exageraba, estaba tan guapa como siempre- y además estoy hasta el gorro, como si llevara un vestido que fuera de esparto y de varias tallas menor a la mía.
-¿Es muy grave?
-Sí, lo es, a veces tengo la sensación de estar viviendo la vida de otra persona, no la mía.
-Vete al desierto, no te vendrá mal, allí como que te ensanchas.
Mi prima Paquita ya había viajado a otras partes, en cambio, ¡volvió con ojos destellantes contando maravillas!
Más tarde volvió a marcharse, una y otra vez.
La última vez que la vi hablaba tamazight como cualquiera de sus vecinas.
Muchas veces, sobre todo cuando sopla el viento del sur, pienso en ella.
Tal vez lo que le pasó es que le sentó muy bien romper con la rutina; pero entonces ¿porqué ese sur, esas montañas, ese desierto le impactó mas que sus anteriores viajes, dónde también había roto con su rutina?
Lo que sucedió fue que en las piedras, en la tierra, en el cielo, Paquita descubrió un montón de colores nuevos, y escuchó por primera vez el silencio, y notó cuando atardece que existe un potente bienestar con flujo de fuera para adentro, y cuando en ese momento escuchó la llamada a la oración del lejano oasis, ella, laica a tope, como la mayoría de las gentes que conocía, con la piel de gallina, descubrió las primeras grietas de sus convicciones.
Y con la duda su mundo tembló.
Allí no habían escudos, ni intermediarios, su alma rompió en añicos la caja polvorienta dónde había pasado los últimos años, toda su vida, y se esparció por las llanuras.
Y Paquita cambió su oficina por las montañas, enterró los pocos complejos que aún le quedaban entre insinuantes y sensuales velos y telas- antes muerta que sencilla-, se puso un nombre nuevo, aprendió sonidos que nunca antes había oído y se sentó a esperar que las cabras regresasen de la montaña, encontrando en su persona de mujer sofisticada y moderna un inesperado y muy profundo placer en ordeñarlas a la caída del sol, antes de emparejar madres e hijos para definitivamente separarlos hasta la mañana siguiente, mientras las finas voces de sus amigas y hermanas, ríen en medio de una conversación exageradamente picante consistente en comparar ciertos atributos de los burros con los de ciertos hombres, de ciertas semejanzas por lo que parece..
Hoy baila y bate las palmas entre sultanas de noches estrelladas, y se comenta hasta en los mas apartados oasis, que hay una princesa de tierras muy lejanas, de un extraño pelo rojo, que canta con la mas afilada voz de brillo bereber, arrancado los suspiros de los hombres más rudos, que desean poder olvidar el sendero que conduce a casa, pues en realidad creen que ya llegaron al paraíso.
Cuando quiere viene, cuando quiere va.
Despierta cada mañana cantando que es libre como el viento.
2 comentarios:
Jolin, ha parecido que leía mi vida antes del cambio.
Me encanta lo que cuentas/relatas y cómo lo cuentas.
Fdo. La atrapada en la isla
gracias Judith, contigo es fácil, te gusta todo, me encanta!
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