Incertidumbre,
sensación de libertad, miedo a que pase algo – antes no lo tenía pero
desde que tengo una hija siento oleadas de terror-.
El
día anterior a la partida para mí tampoco es bueno. Estoy nervioso y no
soy de los que disfrutan con los preparativos, es más, me tocan las
narices y al final los anulo, arrojo algunas cosas dentro de mi bolsa
unas pocas horas antes de tener que salir de casa. Deprisa y mal.
En
cambio tengo algo bien claro, sé que en cuanto la rueda comience a
girar, y agarre velocidad, inercia y ritmo, el viaje pasará a ser una
maravilla, y yo, me sentiré flotar.
En
el aeropuerto de Barcelona me siento un helecho dentro de un
invernadero, hace calor pese a ser invierno, y las grandes paredes
acristaladas con un sol en exceso brillante hace que me adormezca.
Fuera el país se prepara para una navidad de la que trato de huir a toda costa.
Corre, corre, corre, qué te van a echar el guante
Conrado,
el portero de mi finca, viejo amigo punk-rocker reconvertido en
dolçainer me ha contado una historia cuando me ha visto salir a las 6 de
la mañana:
-Ostia nano, tráeme una foto de la calle de la embajada inglesa…
-¿Una foto de qué?
-Sí,
es que allí un miembro del IRA hizo huelga de hambre y el gobierno
británico lo dejó morir. Entonces el iraní puso su nombre a esa calle,
más que nada por joder a los ingleses.
No
está mal la historia. Con ella arranca el viaje mientras echo a andar
bajo la mortecina luz de una avenida Pérez Galdós inmensa, como un gran
río de asfalto, y a estas horas, casi vacía en esta madrugada
valenciana. Uno de los lugares más inhóspitos del planeta. Yo soy de
aquí y pegado a ella me crié.
24 horas más tarde aparezco en un Teherán nocturno.
La llegada a un país desconocido a las 4 de la mañana implica ser timado irremediablemente, por lo menos en mi caso.
No
importa saber cuánto cuesta el taxi al centro de la ciudad, ni que éste
tenga un precio cerrado y acordado en el aeropuerto, ni lo cuidadoso
que sea. Ellos van por delante y debo echar un tufillo a carne propicia
para ser timada que echa para atrás. Lo mejor es asumirlo con
deportividad y calcular de más. Eso hice, esta vez fue la tarifa normal
más la mitad.
Encima
tuve que contestar a una infinidad de preguntas por parte del taxista a
las 5 de la mañana hechas en un inglés apenas inteligible –y mira que
el mío es malo- y tuve que luchar, con un fuerte empeño y gran
persistencia, para no tomarme un horrible Nescafé que el taxista se
empeñaba en que me tomara, invitándome con el dinero que previamente me
había timado.
-¿Café o té?- me pregunta parando en una gasolinera.
Yo sonriente, pese a todo:
-No, no, nada, muchas gracias
- Vamos, ¿café o té?
-Que no, que no, gracias.
-Vamos, no vendrá mal…
Yo con la mano en el corazón y la mejor de mis sonrisas:
-No quiero nada, gracias
Vuelve con dos cafés en vasos de plástico. Se lo va tomar su puñetera madre.
-¿Porqué no lo quiere?
-No, gracias, muy amable, ya le dije que no…
No
me gusta el café, además me descompone el estómago, y no quise té
porque son casi las 6 de la mañana y quiero irme a dormir. Aparte sé que
este tío me ha timado y quiero deshacerme de él lo antes posible.
-Venga tómeselo- Sé que si lo agarro con las manos me lo tendré que tomar. Retrocedo pegándome a mi puerta del taxi.
-No, no, gracias, es que quiero irme a dormir.
-Ah, bueno, no hay problema, es Nescafé, tenga…
Pienso en la alternativa de tomármelo y pasarme mi primer día en Irán buscando baños con cierta urgencia y aseduidad.
- No.- esta vez soy un poquito más rotundo, no mucho, no quiero ponerme maleducado.
- Vamos, beba…
Miro por la ventanilla, se acabaron las explicaciones.
-Vaya, pues tendré que tomarme yo los dos cafés. ¿Está usted casado?
Le respondo.
-¿Y por qué se divorció?
Joder. Qué cruz.
"cari, nunca encontrarás a otra como yo..."
"exacto, de eso precisamente se trata...churri"
Hay preguntas que no se soportan bien después de no dormir y de un relativamente pesado viaje, aun así trato de ser amable.
- Era una zorra, me dejó por otro.- (No es cierto en absoluto, pero disfruto diciéndolo)
-¿Tiene hijos?
Señor, ayúdame…
- ¿Cuánto falta para el hostal?
La negrura de Teherán nos engulle...
Coche rápido en la noche
cruza la ciudad
sus faros iluminan el látigo
del tiempo actual
dientes apretados
todo puede suceder
veinte años maltratados
por la sociedad.
sus faros iluminan el látigo
del tiempo actual
dientes apretados
todo puede suceder
veinte años maltratados
por la sociedad.
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