¿Por qué IRÁN? TEHERÁN, GUÍA PRÁCTICA PARA NO MORIR ATROPELLADO



 Empieza a clarear mientras el taxi aeroportuario me deja en la puerta del Mashhad Hostel, en la calle Amir Kabir, no en el otro más caro, atención pues, porque en la capital iraní hay dos hoteles con el mismo nombre.

 Duermo unas horas y a las 12 del mediodía me asomo a un frío Teherán.


Un Teherán muy activo, vibrante. Literalmente vibrante, vibra el suelo bajo el intenso tráfico y vibra el aire empujado por los bocinazos y el ruido de los motores.

 Ahora es cuando toca explicar, como todo el mundo hace llegado este punto en sus crónicas de viaje a Irán, lo caótico del tráfico en esta ciudad. Y sí, realmente lo es. Tal vez un poco más que en Siria y un poquito menos que Delhi. Bueno, de la Delhi que conocí hace ya demasiados años.
 De todas formas, tampoco es para tanto si se observan unas pequeñas reglas y uno se embute en el fatalismo musulmán de que pasará lo que tenga que pasar.
 "Es tu destino amigo"














 Pequeño manual de supervivencia en el tráfico de Teherán:
-No confiar que en las aceras te encuentras a salvo, pues hay cientos de motos dispuestas a todo en caso de calzada ocupada.
-No confiar en las calles de un solo sentido, esto es algo efímero y provisional, en cualquier momento aparecerá alguien en contra dirección si así lo considera oportuno.
-Hay que mirar, además de a la primera línea de tráfico, allá al horizonte, así quizá tengas una posibilidad de ver los que vienen más deprisa y que te alcanzarán cuando estés cruzando el tercer o cuarto  carril.
-No retroceder en ningún caso cuando ya estás a mitad de calle, aún cuando se piense que ya llegó el final de la vida y ésta pase como una película ante nuestros ojos.
 No retroceder, quedarse parado, sí, continuar avanzando, sí. Retroceder, no, error.
 Y aplicar todo lo aprendido en el juego de la ranita de nuestros salones recreativos de los ochenta. Si sabes de lo que hablo es ya vas teniendo una edad, guapetón.


 - Es fácil usar escudos humanos, yo lo hago, me espero a que pase algún local con pinta decidida, me coloco detrás de él y copio todos sus movimientos. Busco preferentemente alguien mayor, me coloco justo detrás de él/ella, sólo me falta pedirle que me dé la mano. Si morimos, moriremos los dos, pero si este señor o señora ha sobrevivido aquí durante x años, ¿por qué tendría que ser hoy, precisamente, el atropello?


Si no puedes seguir avanzando  ya frenará el vehículo que viene directo hacia ti a una velocidad espantosa pero no tirarse hacia atrás porque eso es de cobardes y sobretodo porque nadie lo espera. El mundo siempre gira hacia delante.

Como tardo un poco esperando el momento más idóneo para cruzar un montón de taxis y moto-taxis aprovechan esos breves momentos de dudas para ofrecerme sus servicios.
 Una desaceleración, un par de pitiditos, y una mirada a mis ojos se traduce en:
 -¿Necesita un taxi, amigo?
 Cuando digo que no, parece que piensen:
- Entonces, ¿qué carajo estás haciendo ahí plantado, amigo?
- Pues estoy tratando de cruzar la calle sin morir en mi primer día en Irán, leches, ¡amigo!


 Como ya he cumplido con el protocolo de hablar sobre lo caótico del tráfico en Teherán, ya puedo pasar a relatar mi jornada primera en esta mega-ciudad.
 Debo comer algo, cambiar más dinero –ayer sólo cambié 20 euros en el aeropuerto- hacer una fotocopia del pasaporte y conseguir un número de teléfono iraní.
 Compro una especie de empanadilla a un chaval en la calle.
 Medio euro.
 Pica como si el infierno entero se encontrase dentro de ella.

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