TRANSAHAREANDO, GAMBIA, LA COSTA MÁS TURÍSTICA, DESPIPORRE, SEXO Y PLAYA

Subimos al ferry, cruzamos sin incidencias, navegamos por casi el estuario del río hasta Banjul, es, como poco, una bonita travesía.

       

Desembarcamos en Banjul a la africana, es decir, en tromba
y tonto el último. Salimos del puerto y enseguida salimos de la capital, adentrándonos en una especie de autopista en dirección a la costa.



 Gambia, es un maravilloso país de gente muy amable, pero tiene unos kilómetros de costa muy turística. Hacia allí nos dirigimos pues mi amigo W. tiene una guesthouse en Kotu, y tenemos ya ganas de llegar.
 Kotu cuenta con un barrio de grandes casas pegado al campo de fútbol. En su césped fresco y regado descansan los buitres.
 Tiene varias plantas, jardín y amplias habitaciones, algunas  realmente bonitas.
  El negocio de una guesthouse en Gambia se centra un poco en funcionar como un hotel o pensión y un mucho en el alquiler de las habitaciones por horas. Hay noches en las que el ajetreo es constante y eso que la clientela, casi toda local, es bastante discreta. Aunque la gente alquila las habitaciones para apaciguar sus ardores amorosos no es para nada un burdel, ni mucho menos. No cuenta con bar, ni con nightclub, ni con chicas, y no todo el mundo que va allí lo hace acompañado por una profesional del sexo, ni mucho menos. Van por ejemplo muchos amantes, en África al parecer la promiscuidad aumenta respecto a muchas otras partes, está bastante generalizada, y no sé si incluso normalizada.
 El lema de nuestra guesthouse es “Habitaciones y más”.
 Si uno se dirige desde esta parte de Kotu hacia la costa por la Kololi Highway, que no es si no una calle llena de restaurantes y que se recorre en guele-guele, furgonetas tipo Vannete atestadas de personal y de precio para el extranjero casi irrisorio, acabará en la zona de los hoteles, grandes resorts y night-clubs.
 Es la parte más turística del país.
 Un auténtico y colosal putiferio.
 Lo que más llama la atención a un recién llegado como yo es la gran cantidad de buscavidas, eso y que el turismo sexual femenino es aquí  mayoría.
 Legiones, qué digo legiones, miríadas de señoras mayores norte-europeas aterrizan cada día en busca de despiporre y de su ligue moreno.
 Pasan con ellos sus vacaciones, normalmente de una semana, se los llevan, o son llevadas, a cenar, a bailar, a la playa, les hacen regalos y ellos cumplen, no sólo con sexo explícito si no también con su compañía, sus gracias, saben muy bien que es lo que se espera de ellos.
 Me gusta observarlos en las terrazas sentados con ellas a veces en grupos, nunca más hombres que mujeres, y ellas parecen encantadas, no paran de reír, aunque hay alguna, imagino primeriza, roja como un tomate, no sé si por tomar en exceso el sol, pero creo que no.



Al revés también lo hay, cincuentones europeos que aguantan el tipo como pueden en las pistas de baile, sudando, mientras duras y flexibles jovencitas mueven sus duros traseros refregándose contra ellos en un baile en el que parece que la lujuria haya invadido cada uno de sus poros brillantes por el sudor, mientras, los pobres, al borde del infarto, tratan de hidratarse con gintonics y sobrevivir al reguetón africano.


 No juzgo.      
 Vete tú a saber.
 El Papa mejor en el Vaticano.
 Otros se buscan la vida ofreciendo y proponiendo todo tipo de cosas al turista. Se hace pesado andar por la playa y por la carretera de la costa debido a la gran cantidad de ellos. La mayoría son muy listos y saben ir poco a poco, una de sus primeras preguntas suele ser si es la primera vez en Gambia, otros te saludan con un “hombre, cuánto tiempo, ¿te acuerdas de mí?”, otros te ponen una pulsera en la muñeca diciendo es gratis y a continuación invitándote a una fiesta en la playa.
 No acaba saliendo gratis. Lo siento pero en esta parte costera de Gambia, caminando por la calle,  no se hacen amigos aquí en un principio.,
 Para tratar con ellos es necesaria una mezcla de paciencia y firme determinación. El mal humor sólo suele conducir a más problemas. El buen humor suele simplificar las cosas.
 Un par de frases claves en wolof le sitúan a uno en un lugar diferente a los demás para el buscavidas de turno. Un saludo, un “no tengo dinero” o un “mi mujer es de Senegal” en el idioma local provoca una pequeña sorpresa que hace bajar la guardia pudiendo pasar simplemente a la retirada, o al menos a un cambio más cercano y humano, menos comercial.
 Alguna palabra en mandinga sube ostensiblemente el nivel.
 Imagino que el paso del tiempo en este lugar hará, si el extranjero así lo decide, conocer y ser conocido por los buscavidas locales, mostrándosele otra cara de las muchas que hay.
 Estos buscavidas no hacen si no su “trabajo” y tratar de ganar algún dinero.
 Que su gran número ocasione molestias al forastero y alguno en particular sea un plasta y un auténtico coñazo no quita para que detrás de algunos de ellos haya una familia que merece sobrevivir como cualquier otra.
 Otros en cambio, como ya he  explicado,  hacen de las vacaciones en Gambia justo lo que muchos turistas buscan; una combinación tropical de playa, sexo  y fiesta.
 Todo esto lo cuento desde mi corta experiencia y acepto como posible que al releer todas estas líneas después de inciertos futuros viajes haya cambiado en pocas o muchas cosas, de opinión.
 Del conocimiento del país, yo no puedo ofrecer si no pequeñas pinceladas trazadas como pajarraco de paso.
 Se nota, ¿verdad?

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola, buen artículo y lo que cuentas lo viví muy cerca, en Senegal, donde viajé con una ong o eso creía yo, porque al llegar allí resultó que la muchas cooperantes (eran mujeres la mayoría) iban en búsqueda de amor de pago, enseguida la expedición contó con casi igual número de jóvenes senegaleses que señoras españolas (aunque casi ninguno hacía falta) y la presión para aceptar la compañía y el sexo se hizo a veces desagradable, ya ves, hasta cambiaron el significado de la teranga para referirse al tamaño de... eso; el guía muy bien, señor Demba, eficiente, listo, y se arregló para proveer de chicos guapos a todas las que los querían y también a las demás.
En vez de Yakkaar debía llamarse Fornikkaar, así es la vida...